Personas por las que vale la pena parar, respirar y valorar. Valorar lo que realmente importa. Los detalles, las pequeñas cosas. Cosas como el agua del mar, las nubes, una mirada de esas que lo dicen todo. Unos ojos como los tuyos, el modo en el que me sonríes, ese abrazo infinito mezclado de sal. Los huracanes en el estómago, tus manos, despertar a tu lado. Esos detalles que hacen que todo tenga sentido, incluso hasta que el momento de conocerte creí que no importaba. Son esas pequeñas cosas las que lo cambian todo. Las que provocan que haga las maletas y salga corriendo, sin importarme donde. Siempre y cuando el destino seas tú. Las culpables de que me hayan aportado alas.
Tú, de esas personas que aparecen y los cambian todo, y hacen que ya nada importe, y a la vez que todo empiece a importar. Abro los ojos, y sé que estás...y me dejo llevar. Sin pensar hacia donde, ni a que lugar.
Porque nada importa, si tu estás.
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