11 de julio de 2012

Hay tantas cosas detrás..


Se miraba al espejo y no le gustaba lo que veía. Ideas pasaban por su mente para poder mejorarse, pero ninguna era lo suficientemente buena. Ideas del corazón, intuitivas, dejándose guiar por lo que sentía. La cabeza, como siempre, regulándolas, viendo si eran buenas ideas o no y si surgirían efecto. Dicen que tiene una sonrisa bonita, ella ni eso veía. “Es patética”, decía, mirándose al espejo, analizándose duramente, como cada vez que tenía ocasión. “Parece la sonrisa de Joker y en versión mala”, se obsesionaba. Era incapaz de hablar esto con alguien, creerían que lo decía para que le llamasen guapa. Ojalá fuese eso.

¿Su personalidad? No le gustaba. Parecía sacada de un cuento de hadas, pero uno de esos en los que terminamos vomitando arcoiris de los ñoños que son. Una forma de ver la vida un tanto romántica, tanto que a veces acabaría en drama. Todavía creía en la bondad, pese a que le hicieran daño. Le fallaron tantas veces que ya ni sabe a que número se aproximaba, eso hacía que fuese desconfiada a la par que inocente. Cualquier cosa que le decían negativo, ella se lo tomaba mal, aunque fuera de broma. Cualquier comentario o hecho podía llegar a deprimirle. Se lo tomaba muy a pecho.La gente, eso, no lo entendía, lo que le hacía sentir incomprendida.

Encontraba la perfección escribiendo, escribiendo cualquier tipo de escrito, escribiendo sin parar, cosas sin sentido que luego lo tendrían al releerlo. Sentimientos, pensamientos, todo lo que pudiera sentir o pensar en cada momento. En verdad, es su modo de desahogo. Se evadía leyendo y releyendo un libro que le gustaba demasiado, se sentía tan identificada con la protagonista que era la única manera de sentirse un poco querida de verdad. Esa historia de amor, esas palabras y ese capítulo en el que dice lo autodestructiva que es… Así se sentía ella: autodestructiva.

Envidiaba a esa gente que se sentía segura, que era capaz de hablar en público, que se sacaba 50 fotos y las 50 fotos las subía a cualquier red social, porque no tenía complejos, no analizaba cada detalle, poniendo el zoom, quitándolo… De una manera realmente obsesiva. Echaba de menos un “qué guapa” un “te quiero”, sin venir a cuento, porque cuando te lo dicen por que sí, es cuando de verdad lo creen. Hacía que se rallase ver que había palabras bonitas para todo el mundo, menos para ella. Eso le hacía hundirse todavía más.

Daría todo por quererse un poquito, por sentirse guapa por un día, por sentir que es algo para alguien o, simplemente, que es algo. ¿Por qué esta falta de autoestima? Ojalá lo supiese.

Hay cosas que ni puedes hablar con la persona que más feeling tengas, ni con la persona que más quieras. Porque cuesta, porque te da vergüenza, porque temes su reacción. Hay tantas cosas detrás que alguna no te apetece que la sepa ni tu diario.


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