19 de marzo de 2013

Bienvenido a mi verano moral.

Hoy me encuentro en un verano moral, donde el sol y la playa pueden definirse como mi dia a dia.
A pesar de la rutina, los estudios, y demás que las personas solemos hacer semanalmente, me encuentro desde hace un par de meses como si viviese a pie de playa. Me despierto pensando en lo que tengo alrededor, familia, amigos, y personas importantes. Desayuno como cualquier dia, y en mi momento de felicidad con ese toque de sueño mañanero, bajas a la playa. Notas el tacto de la arena, suave, no es áspera, placer. El sonido del mar, dulce y relajante, como aquella voz que necesitas escuchar diariamente. El sol, quema, pero al mismo tiempo te gusta, tu cuerpo aumenta su temperatura poco a poco, pero es algo característico de alli. Aunque también hay que nombrar, los dias que estas tumbado bajo el sol, escuchando las olas del mar como vienen y van, el sonido de las gaviotas o cualquier animal que pase por alli cerca, sólo estás tu, ojos cerrados, disfrutando, placer, felicidad... Pero que de repente, de lo más inesperado aparece la lluvia, tormentas de verano, donde vienen pisando fuerte intentando arrasar con todo aquello que tienen a su alcance. Temes ese momento, ya que no quieres que termine aunque sea por unos minutos o unas horas, este verano moral en el que te encuentras. Pero la tormenta vuelve y vuelve a aparecer una vez más, y ya no sabes si estás en la playa o en la cima de una montaña. Piensas en que esto pare, no quieres que llueva más. No te gusta y no me gusta la lluvia en la playa, ya que arruina los dias, y si sigue lloviendo, nosotros, como personas, acabaremos huyendo del lugar...

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