5 de septiembre de 2012

Y en cuanto te despistaste, todo cambió.


Bastó un solo segundo para que todas las lágrimas que derrochaste en los últimos meses se convirtiesen en una sonrisa tonta. Bastaron sus palabras, un te quiero suyo, un cariño para devolverte la ilusión. Bastaron un par de promesas para volver a tener ganas, para tener un motivo. Bastó encontrarle para darte cuenta de que la suerte está donde menos la buscas... Y te bastó sentir que lo perdías para saber que es lo que estabas  buscando.

Tras muchos errores en el amor, terminaste por dejar de creer en él. Tenías miedo a sufrir. Tenías miedo a la distancia. Miedo a que te hiciesen daño. Entonces llegó él, con sus ganas de vivir, su optimismo... Con todo eso que le caracteriza. ¡Era inevitable no sentir nada por él! Tonteando de broma terminaste pillándote. Terminó haciéndote sentir mil cosas... Y todas buenas. ¿Por qué dejar el amor de lado? ¿Por una mala pasada? No, no merece la pena. Decidiste dejarte llevar. Prefieres sufrir, pero vivir mil y un momentos (junto a él). Y aquí estás, sintiendo tantas cosas que no podrías definirlas en palabras. Y te alegras, te alegras por que eso es la vida: Vivir, sufrir, sonreír, llorar, gritar, callar, reír a carcajadas, sentirte herida, escuchar, hablar, perder los papeles, controlarte, morir, resucitar, nacer...
La vida es exprimir cada detalle al máximo,  tanto bueno como malo.


La vida es eso, la vida es sentir.



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